"El hombre con la cámara" de Vertov. 8/10
El director polaco Dziga Vertov realizó, en el año 1929, un documental que llevó como título “El hombre con la cámara”. Resultó ser la película soviética que plantea la más profunda, densa y compleja reflexión sobre la vida y las costumbres de San Petersburgo y de la “benjamina” URSS comunista.
La cinta no obvia los valores morales y económicos que conformaron al segundo bloque más importante en poder e influencia, después de EEUU, durante el siglo XX. Destaca la exaltación de las asociaciones obreras que, según la película, aportan orden y control en la sociedad, junto con las ínfulas actividades deportivas que práctica una sociedad en ebullición.
El film es una muestra, sobre todo, de la cotidianeidad de un país que despierta en un nuevo régimen. La óptica de la cámara es puramente humanista, no deja de extrañar que en un estado colectivista y estatalista como era la URSS, saliesen productos de expresión individualista del estilo de la película de Vertov.
En la película se trasluce cierta dosis de propaganda que no molesta en demasía por su escasez, resalta la figura de Lenin como líder espiritual de la revolución. Uno de los aspectos más criticados del cine soviético es su inserción en la maquinaria de propaganda, con la consecuente pérdida de calidad e independencia creativa. Sin embargo, en “Chelovek s kino-apparatom” la aparición de la propaganda da la sensación que es más una renta al sistema que una intención primordial del director y guionista polaco.
Los aspectos técnicos de “El hombre con la cámara” sorprenden al más escéptico que se atreva a creer en lo arcaico del cine mudo. La comparación audiovisual entre la película de Vertov y “Naqoyqatsi” (Godfrey Reggio, 2002) puede parecer muy osada, pero desde el punto de vista del ritmo visual, lo único que realmente se puede comparar, se revela la película soviética como la predecesora conceptual de la maravilla de Reggio. El montaje de Vertov está influenciado por el constructivismo y el futurismo, Reggio adsorbe esta concepción del ritmo pero le agrega una dinámica digital que provoca un resultado más compacto y moderno. La velocidad, el riesgo y la planificación de los planos son símbolos de una cultura cinéfila soviética que, en este documental de Dziga Vertov, supone el cenit de la experimentación cuando el 7º arte no era ni tal considerado.
La cinta no obvia los valores morales y económicos que conformaron al segundo bloque más importante en poder e influencia, después de EEUU, durante el siglo XX. Destaca la exaltación de las asociaciones obreras que, según la película, aportan orden y control en la sociedad, junto con las ínfulas actividades deportivas que práctica una sociedad en ebullición.
El film es una muestra, sobre todo, de la cotidianeidad de un país que despierta en un nuevo régimen. La óptica de la cámara es puramente humanista, no deja de extrañar que en un estado colectivista y estatalista como era la URSS, saliesen productos de expresión individualista del estilo de la película de Vertov.
En la película se trasluce cierta dosis de propaganda que no molesta en demasía por su escasez, resalta la figura de Lenin como líder espiritual de la revolución. Uno de los aspectos más criticados del cine soviético es su inserción en la maquinaria de propaganda, con la consecuente pérdida de calidad e independencia creativa. Sin embargo, en “Chelovek s kino-apparatom” la aparición de la propaganda da la sensación que es más una renta al sistema que una intención primordial del director y guionista polaco.
Los aspectos técnicos de “El hombre con la cámara” sorprenden al más escéptico que se atreva a creer en lo arcaico del cine mudo. La comparación audiovisual entre la película de Vertov y “Naqoyqatsi” (Godfrey Reggio, 2002) puede parecer muy osada, pero desde el punto de vista del ritmo visual, lo único que realmente se puede comparar, se revela la película soviética como la predecesora conceptual de la maravilla de Reggio. El montaje de Vertov está influenciado por el constructivismo y el futurismo, Reggio adsorbe esta concepción del ritmo pero le agrega una dinámica digital que provoca un resultado más compacto y moderno. La velocidad, el riesgo y la planificación de los planos son símbolos de una cultura cinéfila soviética que, en este documental de Dziga Vertov, supone el cenit de la experimentación cuando el 7º arte no era ni tal considerado.
Etiquetas: Cine documental, europeo, mudo
1 comentarios:
wow, son mios todos los coments! HIJO DE LA PUTA DE TU GUARRA MADRE
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